Ecos de una manifestación
Es evidente que en amplios sectores de nuestra sociedad ha existido y sigue existiendo un silencio sepulcral a la hora de arropar a las víctimas o deslegitimar la violencia de ETA, al mismo tiempo que muchos y muchas se han manifestado en favor de sus victimarios. No es tarde para expresar la solidaridad hacia ellas, es una de nuestras asignaturas pendientes. Y sigue siendo absolutamente necesario que cada uno de los miembros de esta sociedad exprese que la violencia de ETA fue injusta y cruel, ya que el resto de las violencias ya las condenamos, y hacemos bien. Están en juego nuestros valores y nuestro futuro.
Y a los partidos políticos que se adherieron a la manifestación del sábado recordarles que propugnar el fin de la excepcionalidad legislativa en lo referente al tercer grado es defender la supresión del requisito de arrepentimiento y petición de perdón a las víctimas, que son los requisitos específicos que afectan a los delitos de terrorismo. Es decir, dar cobertura a quienes no se arrepienten y no piden perdón a sus víctimas. ¿Alguno de los partidos va a plantear iniciativas legislativas para reformar la legislación penitenciaria en este sentido? Sería el camino lógico y adecuado.
Detrás de todo esto se sitúa la trampa ética consistente en seguir presentando a quienes han cometido gravísimos delitos como si fueran víctimas-mártires. Un victimismo con el que se camuflan las responsabilidades de los presos de ETA y de quienes les apoyaron en su estrategia político-militar terrorista.
Ez dut honi buruz idazteko gogorik izan, haserre harrapatu nauelako, geroz eta haserreago, oraindik ere hiltzaile eta laguntzaileek jasotzen duten babes eta goraipamena ikusita. Errazegia da Herri honetan pentsamendu hegemonikoarekin bat egitea, nagusikeria moralaren bandera hartu eta errebisio kritiko oro isilaraztea. Baina hiltzaileak, laguntzaileak eta miresleak oker daude. Oker egon dira eta oker egongo dira beti.