Lecturas de 2023: El problema final de Arturo Perez-Reverte

Primera edición: septiembre 2023 Penguin Random House Grupo Editorial. ISBN: 9788420476360

Página 171:

—En un relato policial —comentó— siempre hay tres misterios clásicos: quién es el culpable, cómo lo hizo y porqué. El porqué y el quién suelen ser menos importantes, porque en la verdadera novela-problema, al autor y al lector inteligentes lo que de verdad interesa es cómo se hizo.

Página 172:

—Aquí hay inteligencia, Watson: fría y cruel —dije cuando aparenté reponerme de la sorpresa—. Y tengo la impresión de que el asesino se está divirtiendo mucho con todo esto.

Página 180:

En ese momento regresó Raquel Auslander. Traía las manos vacías y venía desconcertada. Miró primero a Gérard, Spiros y Evangelia y después a todos nosotros.
—Los pasaportes han desaparecido.
Siguió un murmullo consternado. Hans Klemmer emitió un gruñido de protesta y Malerba una colorida blasfemia italiana. Por su parte, Foxá se limitó a encender despacio un cigarrillo.
—Me temo, Holmes —dijo con mucha calma—, que el profesor Moriarty nos lleva ventaja.

Página 204:

—Por Dios, hombre —Foxá movía enérgico la cabeza—. Ella… Bueno. Eso es difícil de sostener. Incluso de imaginar.
—Quizás en la vida real —repliqué fríamente.
Me miró casi con espanto, igual que se mira a alguien que ha perdido el juicio.
—Es la vida real, Basil.
Le dirigí una ojeada burlona.
—¿Todavía sigue creyendo eso? Me decepciona, Watson. Esto es una novela.
Enmudeció cual si de repente se hubiera asomado a algo imprevisto y oscuro. O pareció hacerlo.
—Descarte los sentimientos y use la razón —insistí—. Aléjese de las cortinas de humo y recurra a la lógica. Vesper Dundas como posible asesina de su amiga y de Karabin sería algo asombroso, pero no imposible. ¿Por qué excluirla a ella?
—Lo corriente…
—El delito es algo corriente —lo interrumpí—, pero la lógica es una rareza. Por eso hay que estudiar la lógica, no el delito.
—Lógica literaria, pretende decir… ¿Lógica narrativa?
Asentí con calma.
—Este problema sólo puede resolverse de ese modo.

Página 218:

Sin embargo, procuré ser cortés. En realidad lo he sido siempre, con todo el mundo y hasta con mis enemigos. Incluso cuando Gary Cooper se acostó con mi segunda mujer —la que luego se despeñó en la Costa Azul— y me lo encontré comiendo en Ferinos, el mejor restaurante de Los Ángeles. Aquella vez le sonreí de lejos en vez de ir a su mesa y partirle la cara como merecía ese larguirucho guaperas con su falsa timidez de mosquita muerta, pero al que no se le escapaba una mujer guapa ni de refilón —el pobre Errol cargaba con la mala fama, pero otros cardaban la lana—. Sobre el encuentro en Ferino’s, Hedda Hopper, aquella arpía hija de mala madre, nos dedicó a Coop y a mí una de sus columnas de cotilleo sobre Hollywood. Un alarde de flema británica, escribió la muy perra. Dorados tiempos.

Página 282:

Foxá seguía mirándome inmóvil. Perplejo.
—Si esto fuera una buena y verdadera novela policial —añadí—, supongo que ya le habríamos dado al lector pistas suficientes para que, por sí mismo, capítulo a capítulo, identificase al asesino. ¿Piensa usted lo mismo?
—Cielo santo —lo vi asentir al fin—. Sería increíble que…
—Sí —lo interrumpí.