La Crisis de la Autoridad 📚
Lecturas de 2023: La Crisis de la Autoridad.
Natalia Velilla Antolín.
Primera edición: Septiembre 2023.
Arpa & Alfil Editores.
ISBN: 9788419558244
Página 31:
En realidad, hemos cambiado unas autoridades por otras, pero seguimos deseando ser liderados. La autoridad está en crisis, pero entendamos «crisis» como cambio, no como devaluación del concepto.
Página 37:
[En un régimen totalitario] Los derechos humanos y las libertades públicas se van aboliendo en beneficio de una mayor seguridad contra el «enemigo»; el centro de poder se va desplazando constantemente, conviviendo el poder real (material) con el ostensible (formal); se usa la propaganda como medio de adoctrinamiento y educación; se centraliza y controla la economía y, lo más importante y particular, se utiliza el derecho a través de la manipulación de la legalidad con el propósito de dar cobertura a las acciones desarrolladas por el Gobierno totalitario para lograr sus objetivos.
Página 38:
La obediencia a la autoridad sin cuestionamiento puede convertir al individuo en un ser terriblemente cruel.
Página 91:
La partitocracia es un hecho y la mansedumbre ciudadana ante la pérdida de poder popular, una dolorosa realidad. Estamos acostumbrados al ejercicio del poder de forma autoritaria, sin debate parlamentario, sin que cuenten con la sociedad civil y sin apenas control. Una autoridad cada vez más potestas en manos de unos pocos sin que seamos capaces de controlar la deriva populista que afecta a toda Europa y que amenaza seriamente al sistema democrático.
¿Nos gusta realmente la democracia?
Página 93:
[En la cultura de la cancelación] Habría que diferenciar en este fenómeno dos etapas: la primera, la de creación de la opinión considerada como válida, estática y sin matices, y la segunda, la de la ejecución de las acciones que pretenden la eliminación del sujeto que cuestiona o rechaza esa opinión, algo mucho más inercial. En la primera fase, el liderazgo de determinados políticos, comunicadores y celebridades es imprescindible para generar ese «estado de opinión». En la segunda fase, el protagonismo lo suelen ostentar los seguidores de aquellos, que enervan la acción de la masa para producir el efecto anulador.
Página 100:
En la medida en la que la persona guarda silencio para no exteriorizar una determinada opinión por temor a ser cancelada, anatemizada o proscrita, la censura habra desplegado sus mas eficaces efectos. Es lo que en la doctrina jurisprudencial estadounidense se ha denominado el chilling effect o efecto disuasorio. Aunque este fenómeno ha sido estudiado en el ámbito penal, puede ser perfectamente aplicable a otros supuestos como el que ahora nos ocupa. El Tribunal Supremo de Estados Unidos se ha prodigado en definir en qué consiste el chilling effect, con ocasión, principalmente, de las consecuencias de la legislación aprobada durante la era McCarthy.
Página 101:
En la jurisprudencia del TEDH está bien asentado el concepto de chilling effect para valorar la legitimidad de la injerencia en el derecho a la libertad de expresión. En España, el Tribunal Constitucional también ha desarrollado el concepto, basándose precisamente en la jurisprudencia europea. Una de las mas sonadas fue la Sentencia 35/2020, de 25 de febrero, recaída en el recurso de amparo interpuesto por el cantante conocido como Cesar Strawberry, que había sido condenado por un delito de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas. En los hechos probados de la sentencia que Ie condenó se recogieron los tuits que habían motivado la condena: «El fascismo sin complejos de Aguirre me hace añorar hasta los GRAPO»; «A Ortega Lara habría que secuestrarle ahora» o «Street Fighter, edición post ETA: Ortega Lara versus Eduardo Madina», entre otros. El Tribunal Constitucional concedió el amparo revocando la condena y consideró que, efectivamente, tal y como solicitaba el condenado, se había vulnerado su derecho a la libertad de expresión con la condena impuesta por la Audiencia Nacional y ratificada por el Tribunal Supremo, haciendo especial referencia al efecto que la sentencia podía tener sobre terceros. Así, en el fundamentó jurídico quinto, el máximo garante e intérprete de la Constitución estableció que el Tribunal Supremo no había valorado si la condena penal de los mensajes emitidos por el condenado podría producir un efecto de desaliento o acarrear la desnaturalización del derecho a la libertad de expresión por parte de quienes se propongan ejercitarla mediante la utilización de medios o contenidos similares.
Página 102:
En el caso de las corrientes censoras y la cultura de la cancelación, es obvio que lo que hace de este fenómeno un peligro real para la democracia por su efecto global es precisamente el efecto que provoca en terceros. El pensamiento crítico, el cuestionamiento o la introducción de matices a afirmaciones consideradas por la corriente imperante, produce, sin duda, una retracción de la opinión y un abandono de los espacios públicos de quienes pueden aportar visiones distintas a las impuestas.
Página 112:
Seguridad privada, empresas de «desokupación», hipertrofia de la legitima defensa, publicación de listados de delincuentes, aumento de penas, penalización novedosa de conductas, proliferación de los delitos de odio por encima de nuestras posibilidades, acusaciones de lawfare, señalamiento de jueces díscolos que ponen supuestamente coto a acciones delictivas de personas pertenecientes a una determinada ideología política, cultura de la cancelación, linchamientos mediáticos, etc., el descredito de la potestas judicial construye un escenario peligrosísimo.
Página 113:
La potestas del Poder Judicial es garantía de democracia.
Página 102:
Es lo que otro psicoanalista, Massimo Recalcati, ha analizado pormenorizadamente a través de obras como El secreto del hijo, donde valora de forma positiva la desaparición del rol tradicional de padre autoritario en beneficio de un progenitor afectivo y dialogante, pero apunta a las inconveniencias del rol paterno empático por considerar que los hijos necesitan encontrar obstáculos (límites) en sus padres para hacer de la confrontación una herramienta formativa. Este autor destacó que los padres hipermodernos estarían realmente obsesionados por obtener el amor de sus hijos y por ello evitarían el conflicto con estos por temor a no resultar amables. Se habría producido una inversión de la cadena de generaciones en la que ya no serían los hijos los que quisieran sentirse reconocidos por los padres, como antaño, sino a la inversa, serían los padres los que querrían verse reconocidos por los hijos. La falta de límites educativos habría convertido a los vástagos en verdaderos directores de sus propias vidas, aun sin contar con la madurez suficiente para ello.
Página 127:
Tanto la pérdida de la autoridad paterna como la devaluación de la autoridad de los docentes refuerzan el abandono del modelo de hombre kantiano que asume la responsabilidad de su propia vida, un modelo que construye futuros adultos que crecen sin el peso de las consecuencias de sus propias decisiones. El hombre posmoderno carece de límites y se sorprende cuando de sus actos se defivan efectos adversos o cuando la fuerza mayor causa perjuicios en su vida. Se culpa sistemáticamente a otros de lo malo que les sucede, incapaces de establecer una correlación entre acciones u omisiones y sus consecuencias.
Página 147:
Considero de una irresponsabilidad sin paliativos que representantes populares por las urnas degraden el Parlamento utilizandolo como foro para realizar afirmaciones que suponen una voladura interna del sistema democratico. Criticar las acciones de otros partidos asimilándolos a golpistas, okupas, fascistas o cómplices de los terroristas supone un verdadero tiro en el pie. La desafección de la ciudadania con este tipo de discursos —en los que irremediablemente se siente insultada de manera indirecta en la medida que han votado a los atacados— es terreno abonado para la añoranza del líder fuerte al que hacia referencia en capítulos anteriores. El descrédito de la democracia ha alcanzado cotas inéditas hasta la fecha, en gran parte por la falta de compromiso de los servidores públicos con la función para la que han sido elegidos. La pasividad de los presidentes de las cámaras y la condescendencia generalizada del resto de diputados y senadores del grupo al que pertenecen quienes así se expresan son las colaboradoras necesarios de todo ello.
Página 149:
Como resultado tenemos un Poder Judicial paralizado, con un CGPJ mermado; un Tribunal Supremo sin efectivos, entre jubilaciones y fallecimientos; presidencias de altos tribunales sin cubrir, y un Tribunal Constitucional donde se prima mas la afinidad política que la calidad juridica. Se ha dejado de consultar al CGPJ, al Consejo de Estado y al Consejo Fiscal con carácter previo al dictado de las leyes. La ciudadania no confío en los políticos y se siente cada vez mas polarizada, mas enfrentada y mas proclive a pasar por alto el incumplimiento de las leyes o la vulneración de determinados derechos con tal de avanzar y conseguir resultados electorales.
Página 150:
¿Es esto positivo? ¿Tenemos la democracia que queríamos? Si la respuesta es no, ¿que vamos a hacer para remediarlo? No existe una alternativa válida al sistema democrático, como tristemente sabemos en este país tras casi cuarenta años de dictadura. La democracia es el mayor hito político alcanzado por nuestro país y deberíamos cuidarla más entre todos frente a los ataques a los que se ve sometida a diario, tanto por quienes ostentan responsabilidades políticas como por quienes formamos parte de la sociedad, fomentando el pensamiento crítico, rechazando apriorismos y haciendo posibles el dialogo y el entendimiento.
Página 152:
Hay una frase de Simone de Beauvoir acerca de la lucha feminista que dice: «No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida».
Página 164:
La policía del visillo no es nueva. Históricamente las dictaduras se han apoyado en una sólida red de confidentes para delatar a los traidores y a los críticos con el sistema. Recordemos sin ir más lejos la oscarizada película La vida de los otros (2006), desarrollada en 1984 en la República Democrática Alemana, donde se narra que la Stasi, la policía secreta del régimen comunista, contaba con la inestimable ayuda de los vecinos de los sospechosos contrarios al Gobierno para espiarles y delatarles. Por eso resulta desalentador ver que la democracia y el reconocimiento de los derechos y libertades públicas es algo que no termina de estar nunca consolidado. Bastó la suspensión cautelar de movimientos y la restricción de libertades para que un ejército de chivatos sirviera de forma acrítica a las fluctuantes reglas establecidas por el Gobierno y se convirtieran en eficaces censores. Estoy segura de que detrás de estos comportamientos se escondía la fantasía de estar ejerciendo una autoridad delegada. Como en el famoso programa de televisión española de los años sesenta Reina por un día, anónimos ciudadanos se enorgullecían de ser policías por un día. O quizá era liberador culpabilizar a terceros de lo que estaba sucediendo ante la dificultad de parar la transmisión del virus: los jóvenes estaban matando a sus abuelos por salir con amigos, cenar en casa con familiares llenaba las UCI, y los madrileños llevaban la muerte a las zonas de playa.
Página 167:
No obstante, la falta de impulso político de una ley que permita gestionar de forma ordenada una pandemia bajo el mandato de una autoridad única centralizada y la declaración de inconstitucionalidad de los estados de alarma nos han situado en una posición vulnerable ante una posible nueva crisis sanitaria. En determinados asuntos de Estado se debería hacer un esfuerzo de diálogo y negociación con todas las fuerzas parlamentarias para lograr el mayor consenso posible. Es irresponsable y negligente que, sabiendo lo que sabemos ahora, no se haya movido un dedo por legislar por ley orgánica una forma jurídica válida de manejo de crisis sanitarias. Si proteger la vida y la salud de la población no es un asunto de Estado, entonces ¿qué lo es?
Página 171:
Lo curioso de estas grandes organizaciones es que viven principalmente de los Estados nación, pues únicamente clientes tan poderosos como estos pueden financiar sus proyectos y permitir su crecimiento. El dominio de la tecnología por parte de un puñado de organizaciones económicas las convierte en poderosos entes que proporcionan a los Estados los medios para su progreso, pero, al mismo tiempo, ejercen sobre estos un poder inusitado, al hacerlos dependientes de ellas mismas, sobre todo por la falta de competencia de terceros y por la incapacidad de los Estados nación de ser autosuficientes. Siguiendo con el ejemplo de los proveedores de telecomunicaciones, son ellos quienes suministran la red de internet tanto a los particulares como a las Administraciones y los someten a ella para el funcionamiento de todos los sistemas de gestión y organización interna.
Página 177:
Germán Teruel, doctor y profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Murcia, a quien escuché en una ponencia, se preguntaba si la utilización del algoritmo para filtrar la información que se nos presenta tanto a través de Meta como de otras Big Five no debe ser considerada una vulneración del derecho al libre desarrollo de la personalidad consagrado en el artículo 10.1 de nuestra Carta Magna, ya que, en la medida en la que se nos filtra la información de forma difícilmente reversible, se nos está condicionando la decisión que vamos a adoptar. Al igual que el tratamiento de datos nos ofrece una «experiencia personalizada» en materia de consumo, al aparecer en nuestros dispositivos solo aquellos productos y servicios que más posibilidades tenemos de comprar, los datos también actúan como filtro para ofrecernos la información pública.
Página 187:
El abandono de nuestros derechos en manos de empresas privadas está consiguiendo que se normalice la «justicia privada» que ofrecen las plataformas, esa que no obedece al Estado de derecho ni al principio de legalidad, sino a rentabilidad económica. El Estado está dejando de tener el monopolio del poder y permite invadir sus competencias a terceros sobre los que puede ejercerse, además, escaso control, lo que supone un ejercicio de abandono de su autoridad legítima.
Página 203:
Como señala Jonathan Haidt en La mente de los justos, obra en la que este psicólogo social y profesor de Liderazgo Ético trata de explicar las causas de la polarización social, «la intuición viene primero, el razonamiento estratégico después». En la misma línea, Daniel Kahneman, en Pensar rápido, pensar despacio, donde este psicólogo y premio Nobel de Ciencias Económicas trata de explicar la forma en la que en ocasiones reaccionamos de forma irracional, expone que nuestra mente desarrolla nuestros pensamientos en dos fases. En la primera, se procesa la información de forma rápida e intuitiva, produciéndonos una emoción. En la segunda, se pasa a un razonamiento posterior más lento y controlado que se limita a buscar argumentos que confirmen y expliquen lo que hemos hecho de forma automática. La razón estaría al servicio de las emociones.
Esta tendencia es conocida por quienes utilizan estrategias de manipulación social y se basan en las emociones para controlar a la población, que buscará razonamientos prefabricados y puestos en bandeja para confirmar aquello que ha sido provocado desde fuera. La polarización queda servida: nadie escucha ni comprende al contrario y nos encerramos en guetos ideológicos sin apenas transferencias externas, protegidos por el grupo, con el que experimentamos sensación de pertenencia.